Y caminaba por el boulevard escuchando el ruido fugáz de los coches a un costado, mientras me acompañaba una luciérnaga que revoloteaba inquieta en la profunda obscuridad y yo, piediendo a gritos el rescate que aliviara mi alma. Brisa invisible acariciaba mi cara, y mis pasos sincronizándolos con sus piés, respiraba los recuerdos en cada punto recogiendo mis sonrisas mientras la derrota silva su canción...
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