viernes, octubre 02, 2009

Hilos brocados

Es verano del 99 y un nuevo sueño para Santiago surge de repente una mañana de julio después de haber superado la roptura de su primera relación, no era nada serio pero estaba al fin conociendo aquello que los normales llaman desamor.

Acaba de terminar la secundaria y se propuso ir a estudiar a otro lado, olvidando las cosas negativas que le dio la vida en aquel lugar, claro, sólo quería olvidar eso, más no las cosas positivas, su familia y amigos. Tomó sus maletas y comenzó el viaje hacia lugares y cosas desconocidas que siempre enfrentaba con timidéz. Llegó a la gran ciudad se instaló y comenzó a observar aquel lugar desconocido, formas de vida desconocidas y un lenguaje nuevo para él, entonces se dio cuenta parcialmente a que se estaba enfrentando, a la vida citadina en donde no se presentarían más las pláticas con el viento, carreras con los animales, risas en el campo ni mucho menos la esencia fresca de las mañanas acompañadas con acordes de la gran diversidad de aves que conviven con la madre tierra. Comenzó a extrañar estas y otras cosas que ya no podrá volver a vivir con plenitud pero sabía también que era un sacrificio, nada mas se quería preparar para poder enfrentar su vida futura.

Santiago, se inscribió en una escuela preparatoria en donde el choque cultural se le presentó más de cerca. El primer día de clases, se sentía aislado no tenía comunicación con nadie, lo ignoraban y casi siempre se burlaban de él por su aspecto físico o por su forma de hablar, pero le daba igual no le daba pena o se sintia excluido por esas actitudes, más bien estaba conociendo a las personas, estaba buscando amigos tan extraños con él.

Conoció a sus maestros y se llevó muy bien con Panchito, el profesor de matemáticas, que siempre entre cada ecuación hacía reír a la clase con sus chistes y bromas. Una mañana, Santiago llegaba a la escuela muy temprano y llevaba puesta una sudadera verde del equipo de los empacadores de Green Bay y justamente decía con letras amarillas "Green Bay 4", a medio día en la clase de matemáticas, el Panchito se le ocurre decir "grin güey" y todos comenzaron a reirse, todos incluso a Santiago le pegó un ataque de risa. Sus amigos le comenzaron a decir el güey verde o cosas por el estilo.

Santiago ya se sentía a gusto en su nuevo hogar, con sus nuevos amigos. Siempre pensaba que a sus 15 años no caería en el enamoramiento, se burlaba de aquellos que se la pasaban pensando en algún detalle para la novia, canciones, rosas, poemas, lo cursi era para él algo realmente chistoso y jamás se imaginaba hacer esas cosas por un amor, así terminaba el primer semestre, los primeros seis meses en la ciudad...

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